Hace una semana de la carrera y no había encontrado el momento de ponerme a
realizar la crónica de lo que fue para
mí una de las carreras más bonitas, por el paisaje, y más duras, por el
paisaje.
Leí la crónica de Jose y me parecía
como si la hubiera escrito yo por los sentimientos de dolor y satisfacción que
destaca en ella.
La carrera surge de la idea de Alejandro Galindo, un gran ultrafondista, de
la Alcudia de Veo que quería dar a conocer los lugares por los que se entrena.
Cabe destacar, también, la colaboración inestimable de Juanan y Tottrail. Con Juanan conseguí hacerme una foto al final de la carrera, foto que aprecio porque Juanan me cae muy bien y es un gran ultratrailero.
Bueno, el caso es que nos preparó una carrera como las que me gustan: con
mucha subida para sufrir y mucha bajada, para disfrutar y poco llano.
De la explicación del día anterior queda claro que la salida
la hemos de
tomar con prudencia ya que en los primeros 10 km nos vamos a merendar más de
1000 m de desnivel. Así que, los tres componentes del club Penya Himalaia
presentes, salimos suaves y cerrando el pelotón,
hasta que se acaba el asfalto
y empieza la senda que nos lleva al pico Espadán, o casi porque esta vez no lo
coronamos.
Aquí me despido de los compañeros y empiezo a adelantar corredores.
Contando que salí el último y llegué el 64, adelanté a lo largo de la carrera a
118 corredores.
La subida al Espadán y el Rápita (la mayor altura de la sierra de Espadán)
las hago siguiendo las indicaciones de realizarlas despacio ya que queda toda
la carrera y parece que va a castigarnos el sol.
Una vez coronado el rápita nos
queda una larga bajada pasando por la nevera de Jinquer, la Font de l’Avellaner y el Castell de Maus, donde me perdí durante
unos 200 m y pude divisar las ruinas del castillo desde su base. Recupero la
senda buena y tras subir una ligera cuesta llego a Suera, donde está el cuarto
avituallamiento.
Me sorprende la cantidad de bosque que se conserva,
vamos casi toda la
carrera por medio de ellos, lo que nos da el frescor necesario para aguantar
mejor los envites del sol. Los pueblos, también, son agradables y conservan
parte de su encanto tradicional.
Salgo de Suera bastante entero pensando que ya ha caído la mitad de la
carrera y voy cuesta abajo y disfrutando de las maravillosas vistas que,
pienso, no pueden mejorarse hasta que en el km 23 ó 24, al girar en un recodo,
me doy de bruces con los magníficos órganos de Benitandús y paro para hacer
foto porque esta imagen es otra de las muchas que no me esperaba encontrar.
La carrera sigue dándome sorpresas y 1 km más adelante me topo con el
pequeñito pantano de Benitandús y el pueblo de Benitandús y, aunque ya empiezo
a notar el cansancio, me encuentro fenomenal disfrutando de la inmensa cantidad
de sorpresas que nos depara este precioso maratón.
Desde el km 25 hasta el 33 (base de la peña del Pastor o como dice Jose: de
la P*t* peña) discurrimos por un terreno variable que nos va a preparar
para esa tachuela. Antes de la subida
pasamos por Aín: un pueblo sorprendente por lo bonito y conservado que se
encuentra.
En su fuente meto la cabeza debajo de su chorro para estar preparado
para la subida siguiente. ¿Qué decir de esta ascensión? ¡Madre mía¡ Y mira que
veníamos avisados y se veía en el perfil. Pero hasta que no la degustas no
sabes cómo es realmente. A pesar de que la señalización es buena y se ven las
cintas, uno mira hacia arriba y se pregunta: ¿por dónde puedo yo subir hasta
esa cinta? Creo que es la subida más dura que he hecho en mi vida. A pesar de todo,
corono la maldita peña del pastor y continuo para hacer la última ascensión de
la carrera que es corta pero, también, nefasta. Se trata de la senda por la que
bajamos en el maratón de Espadán pero en sentido contrario. Y mientras que en
el maratón de Espadán suelo bajarla con una alegría casi suicida, en esta
carrera hago la subida pensando en suicidarme, con la lentitud que me
caracteriza. Me pasan algunos corredores, entre ellos la 3ª clasificada, así
que pienso que debo ir bien colocado para poder subir al podio. Por ello
decido, una vez acabado de subir todas las pendientes de la carrera, acrecentar
el ritmo de bajada.
En el último avituallamiento me dicen que llevo un grupo de 5 corredores
delante y me lanzo a por ellos. Consigo enlazarlos y, cuando puedo, los
adelanto. La bajada me está costando más de lo que suele ser habitual en mi,
debido a que por un error cogí las zapatillas de gore-tex y, con el calor que
ha hecho, los pies se me han cocido y llevo las plantas con unas ampollas que
me obligan a ir buscando una pisada que no me duela.
A pesar de todo consigo adelantar, desde el pico hasta meta (4 ó 5 km), a
unos 10 corredores y llego al pueblo con muy buenas sensaciones: no estoy muy
cargado, ni cansado. Pero el podio no puede ser, estoy el quinto de mi
categoría y el 64 de la general, con un tiempo de 7 h. 3'.
La carrera es de 10 en todos sus aspectos: por bonita, por dura, por los voluntarios y por Alejandro que se lo ha currado y se lo merece. Enhorabuena.
Enhorabuena por esa carrera Antonio, menuda remontada, se ve que disfrutaste un monton tanto por la carrera como por el paisaje, menuda bestia estas tu hecho...
ResponderEliminarun saludo
Aquí seguimos, David. Entrenando como un cosaco para la Volta a la Cerdanya, que es la que me preocupa. La carrera de Alcudia de Veo fue dura pero el paisaje hizo que ffuera más llevadera y disfruté mucho. Quizá, tambien, porque iba reservándome y acabé con muy buenas sensaciones.
ResponderEliminarSalud y montaña.
Me has hecho recordar la p*ta peña...y no sé si es bueno ;).
ResponderEliminarLa verdad es que Alejandro y sus muchachos se lo curaron...y mucho. Si no, ya me explicarás eso de tener tan claro lo de volver :)
Nos vemos -si no me duermo- en Chiva.
Saludetes :)
Pues lo dicho: nos vemos en Chiva y en Alcudia de Veo. y a ver si hablamos un rato que ya va siendo hora, después de coincidir en tantas y tantas carreras.
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