jueves, 13 de julio de 2023

Os Foratos de Lomenás. Ultra de Tendeñera. 2023

 

Preciosa carrera de dura montaña la que realizamos el pasado 1 de julio en la población de Torla. Allá que fuimos dos de los más aguerridos componentes del Club de montaña Peña Himalaya. Además llevábamos una excelente compañía e imprescindibles asesoras de avituallamientos.

Llegamos el viernes por la tarde y nos sorprendemos de la cantidad de gente de València que se ha acercado a correr en alguna de las tres carreras que han preparado. 

 

Nos reencontramos con Raimundo Nus, que nos cuenta que se va a Groenlandia a hacer una de esas locuras a las que nos tiene acostumbrados: 260 km en autosuficiencia total por esos caminos de Dios. Mucha suerte le deseamos.

El sábado, a las 6 de la mañana se da la salida de la carrera de 50 km y 4100 D+. Por los números no nos parece excesiva, aunque, el hecho de que den 18 h. para acabarla, ya nos pone en guardia de lo que nos podemos encontrar.


Los 5 primeros km son de suave subida y los hacemos tranquilos, sólo con la preocupación de pasar el corte de carrera, ya que es el tramo más ajustado. Pero estamos frescos y lo superamos sin problemas. Y a partir de ahí se acabó la tranquilidad. Empieza una subida larga y dura de 5km y algo más de 1000 D+.

El día acompaña y está medio nublado, soplando una buena brisa que hace que la subida sea más llevadera. Coronamos la primera cuestecilla del recorrido (Litro) y nos espera una bajada por una senda bastante decente hasta el segundo avituallamiento, que enlaza con la segunda subida, más dura aún, hasta el Pico Tendeñera, nombre con el que se conoce este recorrido. Me cuesta la vida subir allí. Desde bien lejos se oyen gritos de ánimo de un grupo que ha tenido que madrugar para estar ahí y apoyar a todos los corredores como si en ello les fuera la vida. Que cracks.

 

En la siguiente bajada ya empiezo a reservar las patucas. Voy bien y algo adelantado respecto a lo que pensaba que haría, pero la práctica me ha enseñado a reconocer que lo peor siempre está al final y no llevo ni la tercera parte. 

 

Así que hago la bajada suave y cogiendo fuerzas para la siguiente subida que como diría el ínclito político: ”no es menor sino mayor”.

Por el camino voy parando a la vera del riachuelo que baja colina abajo, para refrescarme un poco y descansar. Madre mía como me afecta la altitud y cuan largo se me hace el recorrido. Me va pasando gente, señal de que la fuerza va menguando y no he llegado con la preparación más adecuada. Pero todo se acaba

 

aunque sean dos collados más allá de lo que pensaba. Me planto en el pico Bernatuara, con unas vistas inmejorables al Ibón de Bernatuara. 

 

Y sin más dilación, toca bajar para llegar a San Nicólas de Bujaruelo , que estará lleno de gente porque allí llegan los coches.

 

He  de decir que durante toda la carrera hemos visto a muy pocos senderistas y los que aparecían eran cerca de  San Nicolás. El resto del recorrido es duro y no tan carismático como el Monte Perdido o los otros grandes, lo que hace que la ruta no esté transitada ni tenga overbooking. Mejor para nosotros.

 Una vez pasado el Pico Bernatuara, me encuentro al más grande y genuino reportero gráfico de las carreras de montaña: Monrasín, (Ramón), que tiene un blog supercurrado con toda la información más reciente sobre carreras de montaña. Hacemos juntos bastante recorrido de la bajada hasta Bujaruelo. Cosa que agradezco porque se me hace más llevadero. Me cuenta que llevaba dos horas esperando que llegara el helicóptero para recoger a un corredor lesionado. Como va más fresco que yo, bastante más, aprovecha para ir haciéndome fotos. Muchas gracias Don Ramón.


Y llego a Bujaruelo. Sólo me quedan 12 km pero con 600 m. de desnivel positivo. Lo cual es mucho para el estado físico que manejo

 
Me avituallo de sandía y algunas gominolas y agua  y para arriba otra vez. Es la última cuesta y no es la más dura porque va por un precioso bosque de hayas pero eso sólo hace menguar un poco el cansancio que llevo acumulado. Voy descontando km: 10, 9... y a tres km de meta me encuentro con el otro Himalayo y hacemos la entrada a meta juntos y felices y enormemente emocionados.
 
 
 

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En el avituallamiento del final de carrera ya no les quedaba ni una mísera cerveza, así que nos fuimos al bar de la plaza a beberla. No podía faltar. Llevábamos unos cuantos km pensando en ella. Este es el único punto negativo que le pongo a la organización: no cuidar a los últimos que, a fin de cuentas, somos los que más cansados llegamos. Por lo demás la carrera ha estado muy bien organizada, con buen balizaje y, como siempre, los voluntarios de 10

Para acabar el viaje, el domingo hacemos una bajada en la tirolina de Fiscal, muy,  muy larga. Una bonita experiencia: sin adrenalina pero con una gran sensación de libertad.

Y para despedirnos de estos fabulosos paisajes nos fuimos a hacer una visita a la cascada de Sorrosal, en Broto, que otras veces ya la hemos subido por la ferrata. 

 

 

Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.