Recién acabado de
jubilarme, finalmente puedo concurrir a carreras que se disputan fuera de las
vacaciones escolares. Este año, por segundo consecutivo, nos anularon la Pica Pica y viendo que me jubilaba y podía hacer alguna
carrera en septiembre, me apunté a las 100 millas por donde camina el oso en Cangas de Narcea, Asturias.
Perfil de la carrera |
Paso el mes de Julio y agosto corriendo concienzudamente e introduciendo algo de entrene de fuerza para las piernas y llega el día 17 de septiembre, inicio de la carrera. Me desplazo a Cangas de Narcea desde León con el mejor equipo de animación posible: mi querida mujer Empar y mi encantadora hermana Espe. Con tanta presión familiar no puedo fallar en la carrera. Eso supone acabarla dentro del tiempo que nos dan: 48 horas. En mis cálculos, basados en mi experiencia en otras ultras, creo que puedo acabarla entre 42 y 46 horas.
El día sale espléndido pero solo hasta que van a dar la salida.
Antes de la salida |
Media hora antes de empezar a correr, la lluvia hace acto de presencia y no nos abandona en varias horas. Orbayu la llaman. No molesta e incluso se agradece para no padecer calor.
Empieza a llover |
Poco antes de llegar a
Ibias (Kilómetro 60) paso cerca de una concentración de jóvenes festivos que me
invitan a que me lo piense mejor y me
quede con ellos dándole al drinking. Me resulta tentadora la oferta pero voy
muy bien de ritmo, de resistencia y de moral. Se están cumpliendo mis mejores
perspectivas.
Pasa la noche y llega el
día y sigo corriendo cuesta abajo y en algunos falsos llanos. Pletórico me
encuentro y no tengo ninguna molestia muscular y sin tomar ibuprofenos ni nada.
Me acerco a Degaña (kilómetro 109).
Llegando a Degaña |
Allí me están esperando mis dos chearleaders y me fundo con ellas en un efusivo y agradecido abrazo.
Encuentro con Empar |
Dicen que me ven muy bien, así que avituallo y continúo hasta Cerredo, donde está la segunda bolsa de vida. Allí vuelvo a reencontrarme con mis chicas. Como un poco más pero no mucho y a por el siguiente pico: La Mina. Camino que se me hace largo y pesado. Tan largo que me entretengo comiendo moras que encuentro por los bordes del camino. Están buenísimas. La última parte de esta subida es por la mina a cielo abierto: una barbaridad que impresiona.
El siguiente
avituallamiento está en Leitariegos. Quedan 10 km, parecen pocos pero antes
tengo que subir la cuesta, para mí, más difícil de todo el recorrido. Es una
senda acabada de desbrozar y con todas las ramas dejadas en la senda, con mucha
piedra y muy pindia. Se me hace muy larga. Pero, como todas, acaba cayendo y
bajo a Leitariegos donde me abrigo porque la temperatura ha bajado. Dicen que
desde aquí a Cangas todo es bajada. Me lo creo y comienzo a correr casi hasta
la Chabola (km 145). Ya solo quedan unos 30 km y me encuentro magníficamente
bien: suelto de piernas y sin atisbos de sueño.
Me quedan dos subidas y
dos bajadas. La tengo en el bote. Voy, creo, a inaugurar mi etapa de jubilado
con un carrerón.
En el avituallamiento de
Carballo (km 158) l@s amables y
solícit@s voluntari@s me recuerdan lo que ya sabía: tengo 8km de subida y 8 de
bajada hasta llegar a meta. De los de subida, los 4 primeros son los peores y después
son más tendidos lo que me permite correr muy suavemente y acariciar la
posibilidad de poder bajar de 40 horas.
En El Acebo le doy un
susto al voluntario que estaba dormido y arrebujado en la manta. Me pasa el
lector del control de dorsal y no me paro a tomar nada. Solo pienso en bajar de
las 40 horas. Es la última bajada y me enfrento a ella con ganas. Pero al
kilómetro de empezar el descenso me entra un sueño infernal. Cachis, con lo
bien que iba hasta ahora y con lo poco que me queda.
Como siempre me pasa en
estos casos el cerebro empieza a jugarme malas pasadas. Tengo que bajar el
ritmo porque no coordino bien los movimientos. Pienso que mi mujer Empar va
corriendo a mi lado y le digo que ella no tiene porqué correr tanto, que el que
tiene que llegar a meta soy yo. Un desastre total. Me doy bofetadas (no muy
fuertes) pero no sirven de nada. Miro el GPS pensando que desde la última vez
habré recorrido 3 km y se me cae el alma al suelo: solo he andado 500 m.
Desesperado y sin saber que hacer para aumentar el ritmo recuerdo que tengo el
reproductor con mi mejor selección de canciones. Me quito la mochila, lo saco, busco AC/DC, lo pongo a bastante volumen y me resucitan. Consigo llegar a Cangas
corriendo y con la esperanza de conseguir las 40 horas pero, al final, no puede
ser y sobrepaso la barrera por 4’. Feliz es poco para indicar lo que siento. Es
la mejor ultra que he hecho en mi vida y con diferencia la que mejor he acabado
físicamente.
Finalmente esta es mi
clasificación:
24 |
Antonio ARIAS CONEJO |
Club montaña Peña Himalaya |
MA60M |
2 |
40:04:45 |
12:31:22 |
ESP (España) |
|
Segundo de mi categoría
(mayor de 60), pero entrando primero que cualquiera de los de la categoría
anterior (mayores de 55). 24 de la general. Salimos 50 de los 70 que se habían
inscrito.
La carrera es una gozada
por la absoluta belleza de los paisajes, por la dedicación y el esmero de todo
el voluntariado. La bolsa del corredor es muy completa. Solo tengo que poner
una pega y es que no había fotógrafo a mi llegada a meta y, como me adelante 2
horas a las mejores previsiones que tenía, tampoco estaban mis chicas para
inmortalizar el momento. Un poco triste me resultó. Pero si que había una cámara grabando la entrada.
A pesar de no tener foto de la llegada, la carrera merece la pena por todo lo bueno que tiene esta tierra. La recomiendo absolutamente.
Después de la reparadora ducha y con el trofeo conseguido |
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