Bonita mañana de sábado recorriendo la parte alta del Júcar en la Comunidad
Valenciana. Partimos de una idea y una ruta realizada por Ximo hace algunos
años. La idea es ir de Cortes de pallas
a Cofrentes corriendo y volver por el
río en el barco. A las 7 de la mañana ya nos encontramos preparados
para
iniciar la andadura , nunca mejor dicho, porque los primeros km son hacia
arriba, así que lo tomamos con calma y lo hacemos casi todo caminando. Sin
salir de la carretera vemos la primera muestra de animales salvajes,
aunque tan
cerca del pueblo parece que ya están algo acostumbrados a los humanos.
Una vez arriba, comienza lo bonito de la ruta a pie porque abandonamos la
carretera y nos metemos por una senda preciosa, con unos cortes impresionantes
y unas vistas fabulosas a la garganta del Júcar y al castillo de Chirel.
Durante estos km montañeros no vamos a dejar de sorprendernos por las
vistas que nos arroja esta zona. Esta será la dinámica durante unos 20 km de
carrera por sendas y pistas poco o nada transitadas, a no ser por alguna cabra
más o lagartos que pasan por delante de nosotros.
Al embarcadero de Cofrentes hemos de llegar antes de la una de la tarde,
que es cuando el barco sale para Cortes y con tiempo suficiente avistamos el
embarcadero. Lo tenemos a 100 m pero resulta que no se puede pasar y nos toca
pegar un rodeo de 6 km más para llegar.
Divisamos el pueblo de Cofrentes y, también la desconcertante central nuclear.
Cuando llegamos al pueblo nos refrescamos e hidratamos de la forma que más nos gusta.
A la salida del pueblo vemos una morera cargada de frutos y paramos a cargar, del todo, nuestros depósitos de hidratos. Nos quedan 3 km escasos para llegar al embarcadero y nos topamos con esta
sorpresa que nos impele desde el arcén al medio de la carretera de forma
automática.
Suerte que no pasaba ningún coche porque el susto que nos dio fue
similar a la espantada que pegamos.
En el embarcadero tomamos otra cervecita y subimos al barco para hacer un
entretenido viaje por el río Júcar, acompañados de una interesante explicación,
de la cual, a veces, perdíamos el oremus debido al cansancio acumulado y del
letargo que nos producía el ir sentados con el calorcito que pegaba tras los
cristales.
Cambia el punto de vista del paisaje, es totalmente diferente de lo que se
veía desde arriba, pero, también, interesante.
Llegamos al embarcadero de Cortes, somos los únicos que bajamos y como
estamos sudados y vamos a ir a comer a algún bar del pueblo, decidimos pegarnos
un refrescante baño. Y de esta forma acaba este bonito recorrido alrededor del
río Júcar.
Ruta.
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