martes, 19 de julio de 2011

Ronda dels Cims 2011

Jueves: 8 de la mañana. Raimundo ha quedado de pasar a por mí para irnos a Andorra sin agobios y poder descansar antes de la carrera que comienza el viernes a la 8 de la mañana. Hacemos el viaje muy tranquilos, comemos en la Seu d’Urgel  y a las 4 ya estamos en Ordino instalándonos en el hotel Recogemos el dorsal y 
 
dejamos las bolsas para cambiarnos de ropa en la carrera. A las 8 de la noche ya estamos cenando para dormir el máximo número de horas antes del inicio de la carrera.
Viernes: 6 h. 30’ toca levantarse, prepararse y desayunar abundantemente y, finalmente dirigirnos a la salida de la Ronda que será a las 8 de la mañana. Antes de la salida hablamos con los corredores que conocemos, que no son pocos, entre ellos el que pensamos que ganará la carrera: Miguel Heras, una persona entrañable y un corredor admirable. 
Dan la salida a las 8, coincidiendo con las campanadas de la torre del pueblo y salimos todos en estampida, con elevada velocidad, de hecho, cuando vemos el primer parcial, en el km 20,  haciendo cálculos observamos que vamos a un ritmo para acabar en 35 h. que es lo que la organización espera que haga el primer corredor. Raimundo y yo pensamos que es excesivo y bajamos el ritmo de  la carrera. Antes de llegar al refugio de Sorteny, km 21, ya hemos subido un desnivel de 1400 m para subir a la Collada Ferreroles. Las sendas son buenas y, aunque cuesta subir, vamos con mucha alegría y disfrutando de los maravillosos paisajes del Principado.
 
Coma d’Arcalís: es el km 32 y el avituallamiento donde nos toca comer. Nos tomamos nuestro tiempo  como merecido descanso y después de comer y beber iniciamos una nueva ascensión por las pistas de esquí de Arcalís, en concreto es una pista verde que se llama “el túnel” y yo voy pensando: lo fácil que es bajarlas esquiando y lo difícil que se hace subirlas andando. Pero todo se acaba y llegamos a lo alto de Cataperdís, 2715  m. Y como se acaba la subida, empieza la bajada y después la subida al Pic Comapedrosa (2942 m) el más alto de Andorra. Allí nos esperan dos músicos: un gaitero y un tambor, yo no puedo menos que coger al del tambor y darle un beso de agradecimiento por su esfuerzo y amabilidad.
 
Desde el pic de Comapedrosa sólo vemos una inmensa bajada hasta la Margineda  de casi 2000 m. Nos la prometemos muy felices porque, aunque tenemos que hacer dos pequeñas subidas, casi todo es bajada. En esta bajada pasamos por el único nevero de la carrera y nos hacemos la foto pertinente, todavía vamos con ganas.
Pensamos que vamos a hacer un buen parcial. Pasamos por la portella de Sanfons, el port Negre, el bony de la Pica y enfilamos una larga bajada hasta la Margineda, que a la postre va a ser el peor tramo de toda la carrera. Empieza con algunos destrepes ayudados con cuerdas y cadenas pero luego se acaba todo, hasta la senda, y tenemos que hacer la bajada de noche, cansados y con infinidad de resbalones que van minando nuestra confianza y las esperanzas de poder acabar la carrera. Ya no corremos ni lo intentamos, sólo queremos que se acabe esta maldita bajada y como diría Xavi  Castillo pensamos: “Això és precís”.
Antes de llegar a la Margineda oímos música: en el pueblo la juventud está de fiesta: son las dos de la mañana. Aquí tenemos el primer cambio de ropa y decidimos ducharnos. Nos cambiamos y salimos hacia el coll de la gallina: 1000 m de desnivel. Nuevamente toca subir y subir de lo lindo. En esta subida vemos hasta tres corredores que habiéndose quedado sin fuerzas han optado por ponerse a dormir en medio del monte a ver si se recuperan. Cuando pasamos a su lado les preguntamos si están bien y, no no están nada bien o sí están bien pero sin fuerzas para continuar. Es una constante en toda la carrera llegar a los avituallamientos y ver a corredores que lo dejan porque no pueden más y eso da miedo porque me pregunto: hasta dónde llegaré yo.
Sábado, 8 de la mañana. Llegamos a San Julià de Lòira y Raimundo dice que no sigue. Se le ha metido en la cabeza que no va a acabarla y no quiere seguir con la agonía. El resto de la carrera (me queda la mitad, 85 km) la haré sólo. Me gusta correr sólo pero también me gusta la compañía de Raimundo y además tenemos el mismo ritmo de carrera y nos compenetramos muy bien: el tira en las subidas y yo en las bajadas.
Yo voy muy bajo de moral. Pienso que si la acabo será rondando las 60 h de límite y ya estoy muy cansado y ahora viene una subida de 1500 m hasta llegar al coll del Bou mort. Suerte que paso por lugares muy bonitos que me ayudan a seguir adelante.
Quiero llegar al próximo avituallamiento y que me pongan réflex en todas las piernas. Llevo los cuádriceps que no parecen míos. En el refugio de Perafita son muy amables, como en todos los avituallamientos pero no tienen réflex, suerte que una corredora del ultra mític me ha oído y ella se presta a dejarme del suyo. Al cabo de un rato siento el alivio del producto y me permite aumentar el ritmo y, también, fijarme más en el paisaje, creo que voy por la zona más bonita de la carrera, después viendo las notas del road book descubro que era el valle de Madriu que es patrimonio mundial de la UNESCO.
 
Parece que el paisaje también me relaja y empiezo a recuperar sensaciones agradables. A partir de aquí ya no hago más fotos primero por que es de noche y finalmente porque no tengo malditas las ganas de sacar la cámara para hacerlas. Hago la subida a la Portella blanca con una viveza inimaginable en mí hace 2 horas. Empiezo a pensar que si acabaré la carrera. La bajada a Pas de la Casa es por un pedregal y yo veo al lado las pistas de esquí y me pregunto: ¿por qué no nos meten por las pistas que están tan bien arregladas? Un poco de mala hostia me entra y me pierdo y tengo que sacar el GPS, que no lo he usado en toda la carrera, para saber por dónde va el maldito sendero. Llego al Pas de la Casa un poco desmoralizado pero en el avituallamiento me tratan tan bien que  me recupero, me cambio la ropa, ceno, doy vaselina a los pies y continúo la marcha. Veo que sigue habiendo corredores que abandonan.
Yo llevo desde las 8 de la mañana sin ver a un corredor de la Ronda. Me han adelantado muchos del ultra mític pero de la carrera mía ni adelanto, ni me adelantan desde hace 15 h.
Sorprendentemente la siguiente subida, que es campo a través y dificultosa, la hago con una inusitada facilidad y cuando llego arriba y el chico de la organización me dice que ahora vienen 7 km por sendas corredoras doy gracias al cielo y veo, claramente, aunque hay niebla, que puedo acabarla y me sobrarán horas. Hago los 7 km trotando suavemente pero sin parar y llego al avituallamiento de Incles, km 143, a las 5 de la mañana y desayuno un arroz con tomate que me sabe a gloria bendita. Me empapo de Coca-cola, como en todos los avituallamientos para no dormirme y a por la penúltima subida de la carrera, posiblemente la que tiene el tramo más duro. Pero antes de llegar a lo difícil de la ascensión, creo que tengo una pájara (entendiendo la pájara como falta de glucosa proveniente de hidratos en el cerebro) pues eso que empiezo a desvariar y a pensar  que hacer con el puto coche y de quién es el cumpleaños y porqué han puesto tantas banderitas rojas y azules (son las que señalan todo el recorrido). Creo que también pienso que estoy haciendo un encargo y tengo que llevar el regalo al final de esta subida y luego ya se acaba todo. Por otro lado el escaso raciocinio que me queda lucha por desterrar estas ideas peregrinas e intento concentrarme en que es una carrera y que debo seguir. En fin no es que lo pase mal pero estoy un buen rato bastante confuso y creo que pierdo más de media hora debatiéndome con todas estas contradicciones. En estas que me llama Raimundo para saber por dónde voy, le digo que es la penúltima subida y que no me parece tan difícil como nos habían dicho, pero hete aquí que doy la vuelta al collado y observo que lo difícil es el trozo final. Parece como si hiciéramos alpinismo a 5000 m; falta el oxígeno y las piernas no responden, el corazón me va a 200 p/m y cada pocos pasos tengo que parar para desacelerarlo. Llego a la cresta de la Cabana Sorda y ya sólo me queda una bajada, una subida y la larga bajada de 15 km hasta la meta. Voy sobrado de tiempo que no de fuerzas.
En la bajada observo que, aunque he mejorado un poco de la pájara, aún estoy un poco mareado. En el refugio de Coms de Jan, km 151, me refresco y como mucha sandía y melón (es lo que más y mejor he comido en todos los avituallamientos) y enfilo la última subida de 500 m hasta llegar al collado de Meners que es el punto donde más frio he pasado en toda la carrera, hay niebla y sopla un viento muy fuerte.
Km 154, hasta la meta es todo bajada y estoy muy feliz porque voy a acabarla y, además en menos de 55 horas, que son 5 h. más de las que pensaba hacer pero como dice el señor Klima después de tanto sufrimiento se produce una enorme felicidad y así estoy yo. En los últimos km, que se hacen pesados, pesados viene a mi encuentro mi entrañable amigo Raimundo y me acompaña los últimos 4 km.
La llegada es muy emocionante, porque como yo soy muy listo la hago coincidir con la hora del vinito del mediodía para que haya mucha gente en la plaza del pueblo y como vengo yo sólo todos me aplauden y es maravilloso y me preguntan cómo estoy y les digo que cansado pero inmensamente feliz. Acabo en el puesto 34 de la general y el 5º de mi categoría. De 150 que empiezan la carrera sólo acabamos 46 corredores.
Sin lugar a duda alguna es la prueba más dura que he corrido en toda mi vida.
  Ruta.
El GPS no lo utilicé casi porque estaba muy bien señalizado, así que alguna vez se quedó sin pilas por lo que el resultado de lo que veis aquí es, en su inmensa mayoría el recorrido que yo seguí pero en algún trozo tuve que pegar del track de la organización. 

5 comentarios:

  1. Fantástico, fenomenal, increíble,Valiente, poderoso...
    ¿ Como se hace una cabeza así?
    ¿Como se cultiva esa capacidad de sacrificio?

    Fuerte, en cuerpo y mente.
    Gracias por contarlo,eres un gran ejemplo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Manoli por tu comentario y más teniendo en cuenta de quien viene. Ya sabes tú bien que todo es que te guste la naturaleza. A veces es duro pero disfrutamos de los paisajes y con los compañeros de carrera y con los voluntarios de los avituallamientos. A ver si coincidimos en alguna carrera.

    ResponderEliminar
  3. Hola Antonio
    Soy José Manuel de Camarena

    Después de lo que he leído estos días sobre la prueba y tu crónica solo puedo decir una cosa:

    BRAVO, CON UN PAR!!!!!

    ResponderEliminar
  4. Antoni, no puedes imaginar lo que me alegré al comprobar en la clasificación que fuiste uno de los 46 tocados por el cielo, le has ganado la batalla a la ultra (de momento), mas dura de Europa. Todo pundonor y coraje y ganas de acabarla con la mentalidad de acero de un ultrarunner que eso hay que cultivarlo y solo se entrena a base de tesón y entrenamientos.

    A veces el cuerpo y la mente nos sorprenden y es en estas ocasiones cuando hay que exprimirlo para demostrarnos a nosotros mismos de que pasta estamos hechos. No puedo ni imaginar la moral que tendrás después de esta gran gesta, el caso es que es merecida. Mi mas sincera enhorabuena, ya puedes decir a boca llena que tienes cabeza y piernas para cualquier reto.

    La crónica muy buena, como toda la carrera. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Antonio, enhorabuena por el finisher, ya que eso es de superhombres. Yo estuve participando en la Trail de 35km y estuve haciendo fotos. Tengo alguna donde creo que sales con tu compañero, así que si me das un correo te las hago llegar.

    En mi blog voy subiendo vídeos y fotos por si te interesa. http://elrincondetorko.blogspot.com/

    Saludos.

    Fernando.

    ResponderEliminar