martes, 16 de enero de 2018

MAMUXI

Como todos los años la sección de carreras por montaña del inigualable equipo montañero de la Peña Himalaya organiza su particular y exclusivo ultratrail. La sección organizadora del evento ha pasado 2017 afinando, limando y perfeccionando una carrera cuyo resultado final ha sido estratosférico: 70 km y 5000 m. de desnivel positivo en una carrera totalmente circular a lo largo, ancho y alto de la Murta y la Casella (parajes protegidos con montañas que superan desniveles de 600 m.).
El acrónimo, del cual volverá a oírse hablar en años venideros, se consigue de las palabras marató , muntanya i Ximo. Y es así porque Ximo es el causante de tamaño disparate. Aventura en la que nos embarcamos los cuatro corredores del club  y, este año sin que sirva de precedente, tres amigos de Guadassuar.
Es el sábado 16 de diciembre a las seis y media, a la salida de Alcira dirección Tavernes donde quedamos para repartir coches de avituallamiento y los del final. Nos hemos quedado en 6 corredores porque a Ramón le ha salido un viaje a NY y, incomprensiblemente, prefiere irse a disfrutar de la hermosa y cosmopolita ciudad a pasar dos días con 6 locos corriendo sin parar. Ya digo: inconcebible.
A las 8 de la mañana estamos en la línea de salida: Winni, Vicent, Rafa, Alfredo, Ximo y el que suscribe. Iniciamos el Trail en Corbera, paraje de Fontanelles y nos quedan por delante dos días y 70 km y 50000 m D+ y muchas risas y muchas fatigas y cansancio y cervezas, no podían faltar. Posiblemente los avituallamientos es lo que mejor hemos preparado.
Podemos decir que el grupo no ha llegado en su mejor forma física al evento: cinco llegamos con un entrenamiento insuficiente, yo haré casi toda la carrera con una media cojera y Ximo es el único que presenta una alta moral y mejor condición. Va a ir dándonos envidia toda la carrera saltando de roca en roca como grácil gacelilla cuando nosotros vamos mirando detenidamente donde ponemos cada pisada.
Todo ello no es óbice para que pasen los km rápidamente y más si Vicent está en forma y enlace un chiste detrás de otro. Después de contar el del Vick VapoRub, creo que hicimos el km más rápido de los dos días.
El paisaje, para los que conocéis la Murta, ya sabéis que es espectacular y salvaje. Mucha senda estrecha, grandes desniveles y maravillosas vistas: Monduver,  Azafor, Aitana, Benicadell, Moncabrer, Caroig. Colaita, Ave, València el Mediterraneo, Cullera, Tavernes…
Pasamos de Fontanelles a la Murta, subimos casi al pas del pobre y vuelta al monasterio (ruinas), la Creu, el pas del pobre y al bar de la Casella donde tomamos una rica y fría cerveza que nos da las fuerzas suficientes para recorrer un quilómetro más y llegar al avituallamiento situado en la Font del Garrofer. 
Reponemos y rellenamos los depósitos de bocatas, pizza, frutos secos, salchichas, tortillas y cervezas. Llenos a explotar iniciamos la ascensión del barranco que nos lleva a la Font del Barber y volvemos casi sobre nuestros paso para hollar l’Ouet, la Ratlla (628 m.), els Germanells, el Masalari, bajar a la Font de la Sangonera y por la senda de los Borregos o dels Amoladors llegar a Tavernes, con un atardecer espectacular,  donde concluye la primera etapa de este soberbio ultra.
El segundo día nos depara el abandono de algunos de los integrantes por motivos tan diversos como el agotamiento físico, el cansancio mental, asuntos familiares, temple psicológico…
Todo ello nos lleva a tomar la salida, donde lo dejamos ayer, a la mitad de los corredores que empezamos el Trail. 50% de abandonos el primer día da idea de la dificultad de la carrera.
Como es el inicio del día vamos risueños y alegres, aunque nos enfrentamos a la primera dura subida que nos dejara en les Creus de Tavernes después de dos horas de ardua ascensión. La bajada a la Font de la Granata la hacemos a mejor ritmo, aunque con precaución, está muy deshecha y no se puede correr a gusto.
Nos da tiempo a hacer algún destrepe. Es que valemos para un roto y un descosido.
Los siguientes km los pasamos intentando dar alcance a Alfredo que se ha adelantado y nos va dejando piedrecitas por el camino. 
Nos cuesta la vida darle alcance comenzando a bajar de la cueva de la Galera y enfilando a la zona del Cingle Blanc, un poco por debajo de les Orelles d’Ase y ya cerca de Sant Sofi, lugar deseado por ser el enclave del avituallamiento.
Llegamos con las fuerzas mermadas y el descanso nos viene fenomenal. Está igual de aprovisionado que el del día anterior. Comemos y bebemos como si en ello nos fuera la vida y permanecemos tendidos al sol hasta que este nos abandona. Recogemos todo y hay una nueva deserción, no por falta de integridad física. Vete tú a saber el motivo. El caso es que nos quedamos Ximo y yo para intentar acabar el Trail.
Salimos con buenas intenciones y bajamos hasta Pueblo Nuevo bastante enteros pero desde allí abajo vemos todo lo que nos queda por subir, última subida pero jodida, hasta estar encima del Cavall Bernat y nos entra cague, depresión, flojera de piernas o yo que sé. El caso es que lo disfrazamos de falta de tiempo para acabarlo con sol, de la preocupación de la familia, de que hemos quedado con el grupo para celebrarlo y entregar premios a las seis de la tarde y no llegaremos ni de coña. Cualquier disculpa nos parece buena para ocultar el terrible fracaso que supone no poder culminar nuestro querido Trail.
Así que no subimos y recortamos por una senda que pudo habernos acarreado algún problema ya que estaba cerrada por cacería de jabalíes y no nos dimos cuenta hasta que salimos de ella.
Llegamos al coche y sorpresa, casi no podemos sacarlo porque hay una grúa que ha ido a por otro que casi se cae al barranco. Por suerte se le ha roto un cable a la grúa y tiene que venir otra, momento que aprovechamos para salir nosotros, llegar a Corbera y celebrar con todos los participantes (menos Winni que tiene asuntos inexcusables y que sabemos lo mucho que le duele no estar presente) la entrega de premios, diplomas y bolsa del corredor.
Este año no ha podido ser pero lo conseguiremos, seguro. Que si algo somos es constantes y cabezones.
Nos queda un grato recuerdo de los buenos momentos que hemos compartido los seis integrantes de esta aventura y, por qué no decirlo, un cansancio bastante incrustado en nuestro cuerpo

El año que viene más.

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