domingo, 14 de diciembre de 2014

UTT. 77 km o lo que se pueda.

Los componentes de la sección de montaña del club Peña Himalaya teníamos marcado en el calendario el día 13 de diciembre para correr nuestro particular ultra trail en las montañas de nuestros entrenamientos más cotidianos: la sierra de Aledua y la sierra del Almaguer. Es una ultra planificada con mucho cariño y que pretendía pasar por el máximo número de sendas y pistas sin repetir tramos y evitando, en lo posible, el asfalto. Después de dos meses de ardua preparación conseguimos montar una ruta de 77 km con 7000 m. de desnivel acumulado. Mucho desnivel para montañas tan escasas de altura. La más alta, el Besori, pasa escasamente de los 350 m.
De todos los corredores del club, al final, sólo nos presentamos tres: Alfredo, Ximo y yo. Decidimos empezar la ruta a las 12 de la noche. Antes hemos de dejar dos coches en lugares cercanos a la ruta para que nos sirvan de zona de avituallamiento.
A las 00:12 del sábado 13 de diciembre iniciamos la andadura con una luna menguante, pero que da bastante luz como para poder apagar los frontales en pistas con buen firme.
El primer tramo es 1 km de subida que hacemos despacio para ir calentando. Cuando empieza la primera bajada viene el primer percance de la jornada: Alfredo se gira un poco su maltrecho tobillo y va a perder confianza en las bajadas lo que, a la larga, va a suponernos una disminución en  de ritmo que va a pesar mucho en la decisión final de la carrera. 
No obstante, seguimos adelante, que somos muy cabezones. Bajamos por el camino de Llombai y volvemos a subir para llegar al collado de Portixol y pegando vueltas volvemos a la senda del Estepar para bajarla y pisar el maldito asfalto durante 1 km. Suerte que es el único de todo el trail.
Subiendo y bajando pasamos por el Besori (el punto más alto del recorrido) y por las Antenas o Alt de València, donde podemos apreciar y disfrutar de una magnífica vista de Valencia y su alfoz a las 4 de la mañana.
 
De aquí pasamos al Almaguer donde nos espera el primer avituallamiento y un poco de calor a resguardo en el coche. Los avituallamientos están que ni hechos a encargo. Debe ser porque los hemos preparado nosotros. Comemos un buen bocata de tortilla, queso, chorizo, frutos secos, coca-cola y café. 
Volvemos a estar con los ánimos a tope de power y seguimos la marcha para hacer un integral del Almaguer que nos va a permitir a pasar por cuevas con pinturas rupestres (de ahí las rejas) no sin
 antes realizar algún que otro ejercicio de trepa para alcanzar tan ignotos lugares.
El frío no amaina y seguimos bien abrigados, cosa que sorprende a algún corredor mañanero que nos informa de su opinión respecto a lo abrigado que vamos. 
Pasamos por poblados íberos, árabes y por zonas con buena surgencia de fósiles que nos dan una idea de lo importante que fue esta zona en la antigüedad. 
Siguen cayendo los km, aunque bastante despacio. Empieza a preocuparnos la hora de acabar ya que las 15 horas en la que la teníamos planificada, yendo despacio, ya no va a cumplirse. 
Volvemos a pisar la sierra de Aledua en los toros de Machancoses y ya hemos corrido/andado un maratón, nos quedan 35 km que nos parecen los más fáciles sino fuera porque empezamos a estar cargados.
Dejamos atrás la trialera del gas encaminándonos al barranc de la guatleta donde nos espera el ansiado segundo avituallamiento preparado con manos primorosas por Mari a la cual quiero agradecer desde aquí, en mi nombre y en el de los otros dos, todo su esfuerzo. Como dicen en mi pueblo: que Dios te lo premie con salud.
Antes de llegar al lugar del avituallamiento, Alfredo nos deleita con sus enciclopédicos conocimientos sobre la planta de la foto de abajo, comúnmente conocida como te de roca (Jasonia glutinosa), muy interesante, según comenta Alfredo, para solucionar muchos tipos de dolencias intestinales.
Poco antes del refrigerio damos una vueltecita por el barranc de la guatleta, donde podemos divisar, al fondo y arriba, la entrada de una cueva que es reserva de murciélagos. Más datos para hacer enormemente atractiva esta ruta. 
Y por fin estamos en el km 50 y, sobre todo, en el avituallamiento de Mari, que nos tiene preparadas: pizzas, empanadas y coca, además de café y cervezas fresquitas a las que no podemos resistirnos. Algunos de los componentes del club, después de enviarles alguna foto de los avituallamientos, nos preguntaban por el Whatsapp si habíamos ido a correr un trail o de botellón.
Que pena nos da abandonar el coche, con la cantidad de comida que queda y con lo bien que se está al solecito y sin mochilas. Pero el deber obliga y nos ponemos en marcha, llenos y con pocas ganas. 
 En el km 55, al llegar al enclave de esta curiosa edificación de piedras, los tres corredores que se han atrevido con el UTT, realizamos un cónclave para hacer un repaso de las fuerzas que tenemos, de los km que nos quedan, de la hora que es y de alguna cuestión más referente a obligaciones familiares.
Tanta deliberación da como resultado la decisión (votada por mayoría de tres de tres) de recortar la carrera, tirar por la tangente, que en este caso es el barranco de la cañada (Real de Aragón) que desemboca en el barranc de Ferrando (era imperioso e imprescindible que pasáramos por este último barranco ya que Alfredo siente un cariño especial por él y no podíamos defraudarle).
Esta medida da como resultado una rebaja en los km del UTT, que se queda en 60 km, esperando días mejores para poder correrlo en su totalidad.
Datos del recorrido.
 Perfil del recorrido.
 Recorrido.

Quiero acabar la crónica felicitando a mis dos compañeros y amigos, partícipes de esta loca carrera, que, según comentábamos durante su ejecución, es fácil que la instauremos como estandarte de nuestro club y la hagamos cita ineludible y anual a realizar en el segundo fin de semana de diciembre. Ya veremos en que quedan todas estas elucubraciones.
Que la fuerza nos acompañe.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Marató dels dements

Demencial el marató dels dements, haciendo honor a su nombre. Por si fuera poco el recorrido montañero que nos habían preparado, se nos une un día de perros que hace que muchos se lo piensen antes de salir a correr. Llegamos a Eslida con tiempo para poder tomarnos un café y vemos que la gota fría sigue desparramando ese agua tan necesaria para el país y tan innecesaria para nosotros justamente hoy.
En el bar Paquita, nos comunican que la salida del maratón se retrasa una hora porque están viendo posibles alternativas para evitarnos pasar por las zonas más comprometidas de la carrera. Al final nos van a quitar el cresteo del Gurugú y la bajada de La Cuchara y se queda la carrera en 34 km y 2800 m. de desnivel positivo. A mí, que siempre he sido un ansias no me gusta la decisión pero la acato, siendo consciente de que la responsabilidad de la organización es mucha y si las cosas se complican las evacuaciones siempre son mucho más difíciles. De todas formas el recorte es escaso y nos va a permitir descubrir nuevas sendas como la de la subida de Aín al collado del Ibola.
Dan la salida y llueve a cántaros, constante de la carrera durante la primera hora. A partir del km 11 ya me sobra el primer impermeable y me quedo, sólo, con el fino y la camiseta térmica. Después de Aín me agobia, también, el fino y me quedo solo con la camiseta. Cómo cambia el tiempo en pocas horas.
La sierra de Espadán nos ofrece toda su belleza engalanada con el lustre del agua que ha caído. La conjunción de los árboles, el terreno mojado y la niebla en movimiento provoca, a veces, visiones casi oníricas. La lluvia molesta pero crea imágenes muy bonitas.
Los organizadores nos han preparado una carrera muy completa, pero sobre todo es muy montañera y bastante técnica,
con pasos complicados, que superamos con mucha maestría cómo nos muestra Ramón, uno de los componentes del club Penya Himalaia.
La lluvia pondrá su parte para hacer la carrera más complicada pero nos permite ver una sierra de Espadán diferente con multitud de regatos y agua cayendo por todos los lados. En la foto de abajo vemos a Ximo, otro de los integrantes del team Penya Himalaia, vadeando, a las bravas, uno de esos riachuelos.
La carrera es entretenida y preciosa de principio a fin, en una sucesión de vistas maravillosas. Ximo y Ramón, que eran los encargados de la logística fotográfica se cansaron de hacer fotos porque todo les parecía digno de conservarse en formato digital.
Yo, que pensaba que tenía una de las últimas opciones de poder subir al podio por la dificultad técnica de la carrera, no cogí la cámara para no estar tentado de parar a hacer fotos. Tampoco cogí el cronómetro, ni el GPS, ni iboprufenos, ni pantorrilleras...
Salí, desde el principio, queriendo hacer una carrera sensata pero intentando conseguir un buen tiempo y creo que me salió bien la jugada. no apreté mucho al principio y conseguí, durante todo el recorrido, ir adelantando corredores. Incluso en las subidas, mi punto flaco, adelanté a bastantes más corredores de los que me pasaron a mí.
Entro en meta bastante descansado para la paliza que me he dado
pero contento y más cuando me entero que he sido segundo de la categoría
y más contento cuando veo que al primero lo tuve al alcance. Sólo entró 5' antes que yo, y más contento cuando veo que el tercero lo tenía pisándome los talones a 6'
 Después de la ducha, con agua fría, reconfortante, Alfredo y yo nos tomamos unas cervezas esperando la entrega de trofeos 
 y a que lleguen los amigos fotógrafos del club Penya Himalaia, que hacen su entrada a meta tan contentos con la carrera cómo llegué yo
Para la organización y los voluntarios un 10 y, seguro que los de la Penya Himalaia, el año que viene repetimos.

viernes, 17 de octubre de 2014

La Tinença de Benifassà. 6/7-9-14

En mayo, gracias al buen hacer de los componentes del grupo senderista laSargantana disfrute de una ruta por la Tinença que me dejó enamorado de la zona y con ganas de recorrerla nuevamente.
Con esta idea en mente me propuse para septiembre hacer la ruta de els set pobles corriendo. Busco los tracks y decido que el fin de semana del 6 y 7 de septiembre será la fecha en la que lo corra. La idea original era hacerla de un tirón, pero ello suponía que tendría que correr algo por la noche y me apetecía verlo todo, todo, todo. Por lo tanto van a ser dos días de auténtico alucine.
Propongo la ruta a los amigos de la penya Himalaia y se apuntan Alfredo y Ximo.
El viernes 5 subimos al coche y llegamos a La pobla de Benifassà a hora de cenar en el magnífico albergue  La Font de lluny, regentado por Teresa, persona encantadora y amabilísima.
Nos deja preparado el desayuno porque la idea es estar en marcha a las 7 de la mañana. Plan que se cumple con auténtica puntualidad germana. Casa no extraña por otra parte ya que el team de la penya Himalaia no tiene miedo a los madrugares.
Por lo tanto, son las 7 y ya empezamos a subir alegremente camino de la cañada del Esqueche. Nos rodea una abundante niebla
que hace más entretenida la subida. Oímos los cencerros de las vacas que pastan y deseamos que sean eso, vacas y no toros salvajes con ganas genéticas de venganza. Cuando se despeja la niebla nos permite ver las primeras impresionantes impresiones de lo que va a ser una constante en todo el viaje: un sin parar de excitantes emociones para nuestros sentidos.
Llegamos a Ballestar con todas nuestras reservas enteras. 
El pueblo está muy cuidado. Para mi gusto demasiado y por eso pierde algo del encanto que, por otra parte, le sobra.
Salimos del pueblo y siguiendo el cauce del rio Sènia llegamos a la cola del pantano de Ulldecona y 
al Molí de l’abat donde nos espera el primer avituallamiento. Compramos unas cervecitas frescas y nos tragamos el bocadillo que nos ha preparado Teresa en el albergue.
Arrancar nos cuesta, pero vamos cogiendo el ritmo siguiendo el otro ramal del pantano y enfocándonos cara al portell de l’infern. 
Yo ya lo conocía de la excursión de mayo y voy hablando maravillas del lugar. A pesar de todo lo que les digo, los compañeros quedan anonadados ante tanta grandeza paisajística.
Sin habernos recuperado de los efectos de tanta belleza, enfocamos la bajada que nos llevará al sallt de Robert que resulta ser una bajada con una senda chula, chula, con mucho árbol y verdor. Es fácil de correr y disfrutamos con la bajada y con el entorno. Se nos están acabando los adjetivos calificativos y, hete aquí que de pronto nos topamos con el salt de Robert y ya decidimos no hablar y mirar y escuchar la caída suave de las múltiples gotas del escaso caudal del salt que conforman una fina capa con una apariencia de cierta irrealidad. Hacemos fotos a esgalla y nos metemos debajo de la cascada para refrescarnos.
Ximo se da cuenta que ha perdido una cantonera del bastón y me ofrezco a regresar para ver si la encuentro. Sólo tengo que retroceder medio km para dar con la pieza que al día siguiente volverá a perderse y no habrá forma humana de recuperarla. Motivo que Ximo aprovechó para cambiar y mejorar de bastones comprándose unos de carbono que estrenó para correr la Botamarges de Forna.
Tras este inciso volvemos al salt y a la subida, tan bonita como la bajada, que nos deja a los pies del 
bar de Fredes donde tenemos reservada mesa y menú. No faltan las cervezas que acompañan una buena y abundante comida. Tomamos el café y no hay ganas de empezar a caminar pero se nos echa 
el tiempo encima y tras recorrer la calle de arriba la de en medio y la de abajo salimos de Fredes en busca del GR 7 para ir acercándonos al punto más alto de la ruta: El Tossal dels tres Reis (1351 m.). 
Las referencias que tenemos nos dicen que es un mirador excepcional de toda la zona pero nos hemos de contentar con cortas miradas ya que el tiempo no acompaña. Fotos de rigor y a encarar la siguiente cresta, que sería la de mayor altura de toda la ruta: el Tossal de Encanade (1394 m.) pero esa distinción se la quedará el tossal dels tres Reis ya que no conseguimos dar con la subida al Encanade, a pesar de que lo intentamos enconadamente. Alfredo que no lo veía claro decidió, desde el principio, cortar por la tangente y seguir la pista que nos llevaba hacia el track que teníamos grabado. Ximo y yo intentamos por varias sendas subir al tossal pero al final desistimos porque el tiempo iba apremiando y no había forma de encontrar la subida.
Llegamos al Boixar ya con la noche entrada y con cierto resquemor por si en el albergue nos ponen alguna objeción por llegar tan tarde, cerca de las 9 de la noche. Pero resulta ser una falsa alarma y nos reciben con mucha amabilidad. Nos duchamos y cenamos limpitos y bastante cansados. Con una poca de tertulia, muy poca, nos vamos a la cama y yo me quedo dormido inmediatamente.
Domingo, segundo día de la ruta. Creemos que será más ligera que la del día anterior y nos
levantamos más tarde. Salimos del refugio a las 8 de la mañana tras zamparnos un opíparo refrigerio. Enfilamos  camino de Coratxà. Las sendas siguen siendo preciosas y fáciles de correr, sobre todo porque son cuesta abajo. Llegamos a Coratxà y, 
aquí, empieza la parte más fea del recorrido, con mucha pista y poca vegetación. Hasta que llegamos a la ermita de Sant Cristofol, donde giramos a la izquierda para hacer una fuerte bajada que nos deja en el fondo del barranc Fondo, hondo, precioso y frondoso, aunque escaso de agua.
La subida hasta Castell de Cabres es dura pero muy bonita. En el pueblo hay bar pero decidimos no parar ya que nos han hablado del carácter veleta de los propietarios que pueden ser unos perfectos anfitriones si tienen el día o menos si les molestas en algo. Parece ser que trabajan porque quieren no porque lo necesiten y por lo tanto aguantan lo que les viene en gana y lo que no pues no.
Los 10 kms siguientes son bastantes suaves hasta llegar a la Creu, lugar en el que hemos de decidir si ir por la izquierda o seguir recto. Esta decisión supone hacer unos 10 kms menos y más suaves. Alfredo decide hacer la ruta simplificada aunque al final le va a salir larga también por un descuido y no mirar el GPS. Ximo y yo decidimos seguir por la ruta larga para bajar por el barranco de la Borja, antepenúltima sorpresa de la ruta, con una tartera impresionante como un circo glaciar. La bajada es 
técnica pero se hace y el barranco después del descenso es fastuoso. Pero las fuerzas nos van abandonando y se nos presenta ante nosotros la subida hasta Bel que se nos atraganta de forma espectacular. Vienen a ser 3 kms con un desnivel de 500 m. que a estas alturas nos parecen excesivos. Tenemos que parar cada 100 m. y los resoplidos deben oírse desde Bel.
Casi llegando a Bel conseguimos cobertura y llamamos al albergue para decir que no llegaremos a comer a buena hora ya que son casi las 4 de la tarde y nos faltan 7 km aunque sean los más fáciles de la ruta.
Estamos tan cansados que tenemos la idea de hacer que venga Alfredo a por nosotros en coche, pero tiene que dar un rodeo tan grande que llegamos nosotros antes aunque sea a rastras.
En Bel hay un bar “la font de l’os” y estamos tan cansados que entramos en él como ánima en pena buscando el frescor de un botellín de cerveza. Al final serán tres. Entablamos conversación con el dueño y nos comenta que nos ve muy bien para lo que está acostumbrado a ver pasar por el bar. Nos anima enormemente esta noticia y cuando salimos del bar empezamos a trotar suavemente hasta llegar a los últimos kms de bajada donde aumentamos el ritmo de forma frenética, quizá ansiando ya la comida que la paciente Teresa nos tiene guardada. Son las seis de la tarde cuando nos ponemos a comer una lasaña de verduras que nos sabe a gloria bendita y carne torrada para rematar la faena.

Nos despedimos de la Tinença pero sabemos que será un hasta pronto ya que nos ha cautivado con su derrochadora belleza y durante el viaje ya panificamos si volver en otoño para ver la fageda. Ya se verá.

domingo, 31 de agosto de 2014

Desafío Somiedo 2014

Sabor agridulce tiene mi participación en el Desafiosomiedo. Es una zona que queda cerca de mi pueblo y la conozco bastante,  me apetecía recorrerlo corriendo y, pensaba que estaría bien recuperado de la Ehunmilak. Nada más lejos de la realidad.
Empiezo el día como casi siempre que hay carrera: con un madrugón espectacular. Voy con miedo que me para la Guardia Civil en alguno de los controles de alcoholemia instalados a causa de las fiestas de los pueblos. Aquí también me equivoco y hago un viaje tranquilo hasta Pola de Somiedo.
Extraordinaria la salida con auténticos monstruos del Trail. Está el campeón del mundo (Luis Alberto), el ganador del GTP 14 (Pedro Bianco), los Obaya, Uxue Fraile y un montón más de fuera de series, además del gran speaker Depa.

Dan la salida y empezamos a subir, por la senda de la Escrita, pasando por Gúa, Caunedo y La peral. 
Seguimos subiendo y bajando hasta Braña viecha (km 18). Aquí empieza la parte seria hasta subir al Cornón (2188 m.) punto más alto del recorrido. El final de la ascensión la hacemos con niebla y un fuerte viento molesto y frío que obliga a ponerse un impermeable.
Subida al Cornón
Si estamos en el punto más alto, no queda más remedio que bajar y lo vamos a hacer lindamente por buenas sendas hasta llegar a Puerto, donde nos espera un gran avituallamiento. hago los últimos km hasta valle con un corredor que también había estado en la Ehunmilak pero que se retiró en el km 100.
Valle del Lago desde el Collado Muñón
El alto el Muñón (1860 m.) es el único obstáculo que encontramos para emprender la bajada hacia el pueblo del Valle del Lago (1280 m. km 42). Buen avituallamiento al que llego a un gran ritmo gracias a la inestimable ayuda de un corredor Irundarra que me da conversación y me hace más amena la bajada, pero lo dejo irse porque sino me destroza y me cambio de zapatilles y camiseta para afrontar la segunda parte .
Damos un bonito paseo por el Valle del Lago hasta el lago y vuelta para atrás intentando enfocar nuestros pasos hacia los lagos de Saliencia y la Farrapona (1707 m. km 56). 
Lago del Valle
Las vistas son inmejorables, como se aprecia en esta del lago de la Cueva 
Lago de la Cueva
o en esta otra desde lo alto del Paso de los Bígaros (que también supera los 2000 m.). En esta subida me pasa Arrate, otra corredora con la que coincidí en la Ehunmilak y que también se tuvo que retirar por una fisura. Hoy va muy fina y me va a sacar media hora en estos últimos 30 km.
Para llegar a Saliencia, pasamos por la Foz de Arroxos, posiblemente la parte más bonita de toda la carrera y que la disfrutamos con una lluvia espesa, espesa. Salimos de Saliencia, sin lluvia, con un tiempo muy mejorado. Pero las fuerzas ya me flaquean y se acerca otro puerto hasta llegar a la Braña la Corra. Aquí oigo voces por detrás de una pareja que no para de hablar. Yo no me explico como les quedan fuerzas para seguir dialogando. Cuando me pasan observo que sólo habla la chica y resulta que ha acompañado al novio unos pocos km y va muy fresca, dándole ánimos y conversación al chico. La bajada hasta Arbeyales la hacemos por la foz de la Guergolla. estamos en el km 71,5. ya no queda casi nada.   
Foz de la Guergola
Última subida para llegar, otra vez, a Valle del Lago. Voy bien pero me pasan 3 corredores. Así que pienso que recupero la tónica de siempre: padecer en las subidas y, ahora al final, padecer en las bajadas.
Los 6 últimos km son en bajada y consigo adquirir un buen ritmo que no impide que me adelante un corredor a falta de dos km pera da igual, la voy a acabar y, a pesar de todos los problemas físicos y familiares he conseguido acabarla y disfrutar de sus sensacionales paisajes. Con las prisas de irme pierdo los carnets y me olvido la bolsa de repuesto. Los carnets los recupero gracias al Speaker Depa que me los envía por correo y la bolsa pasé a recogerla una semana después a la tienda de Fuego Solo Runners en Pola de Laviana.
Fenomenal la organización, los voluntarios y los avituallamientos. Una pena no haber podido disfrutar de la fiesta del domingo.

jueves, 17 de julio de 2014

Ehunmilak 2014

Difícil me resulta comenzar a escribir la crónica de la Ehunmilak porque son ingentes los sentimientos sufridos,  disfrutados a lo largo de las larguísimas 40 h. 46’52’’ que empleé en completar la ultra.
La mañana del viernes la dedico al turismo,  por los barrios de Beasain, intentando descubrir los lugares más típicos como esta escalera que, según figura en el tablón informativo, no se sabe la fecha de su construcción.
 
Para la pasta party nos conducen a una casona con el aire propio de estas tierras. Este es el conjunto arquitectónico más bonito del pueblo. Parece que pertenecía a la familia que mandaba y, allí, tenían molino y alguna industria más, esto es: toda la riqueza del pueblo.
 
Siguiendo los correctos dictados del ultrailero, como pasta a esgalla, pensando a ver si se me llenan bien todos los depósitos de glucosa y no me da ninguna pájara durante la carrera.
Hacemos un poco de tiempo, me da hasta para hacer la siesta del borrego en el coche y a la salida.

Hay un ambiente acojonante, con Talabarteros y Txistularis y un nerviosismo típico e inherente en todas las salidas de los ultras.
Y dan la salida. Yo me he colocado atrás del todo porque no quiero empezar a correr como un burro, que es muy larga la carrera. La salida es la más emocionante que he realizado en mi vida y, como soy un poco llorón, se me cae alguna lágrima, viendo a toda esa gente aplaudiéndonos.
Unos metros de llano y empieza la primera subida. Saco los bastones, que no volveré a guardar en toda la carrera y para arriba. El tiempo, aún, nos respeta y podemos ver imágenes sublimes del paisaje que nos rodea.
 
Tengo como referencia los tiempos de mi amigo David Ferrández Amigot y voy cumpliéndolos, además sin demasiadas exigencias físicas. El hizo un poco menos de 36 h el año pasado y yo estoy en que puedo hacerlo sobre 37 h. Voy a buen ritmo, subo bien y bajo mejor. Llego a Zumárraga en el tiempo clavado.
Buenos avituallamientos e inmejorables voluntarios animándote continuamente y preocupándose por tu estado.
A partir de Zumárraga, el tiempo cambia y empieza a llover, el típico xirimiri que no molesta. Con una fina capa sobra para vencer en este combate pero las sendas empiezan a ponerse impracticables. Es mejor subir que bajar, especialmente en las zonas donde abunda un barro tirando a amarillento, que hace que resbales de forma temeraria.
La elección del primer par de zapatillas (The north face ultra trail) ha sido un total desacierto. no las había probado en barro y son nefastas. Su poca adherencia consiguen crearme un clima de inseguridad que me hace bajar el ritmo de forma considerable. Así que me veo bajando a trote muy suave por sendas que permiten un buen ritmo de bajada. pero el horno no está para bollos y empiezo a acumular caídas. Al final de la carrera sumaré nueve en total. Creo, sinceramente, que si sumo todas las caídas que he padecido en todas las carreras anteriores desde que empecé con esto de las carreras por montaña, no llegaría a las nueve de esta carrera.
Esto es el norte y aquí llueve, a veces mucho y seguido. El terreno no admite más agua y no drena. Un calvario más sumado al de la carrera. 
De Mandarixa a Azpeitia se hace duro el recorrido. Una de las caídas me produce una fuerte contusión en el vasto externo del cuadriceps derecho y voy a ir arrastrando el dolor durante casi 12 horas. Cuando en las subidas intento hacer un poco más de fuerza con el cuádriceps derecho, se resiente y me duele. Por todo ello pongo a hacer horas extras a la pierna izquierda.
Otra de las caídas me va a dar un fuerte golpe en las costillas de la parte izquierda y me quedo sin respiración y agarrado a un árbol que me impide, al menos, seguir resbalando por la ladera abajo.
Con todo este percal sólo pienso en llegar a Tolosa para cambiarme las zapatillas y calzarme las más fiables Vasque Velócity.
Ya ha pasado la primera noche y me encuentro entero aunque el sueño de hacerla en 37 horas se ha desvanecido en el barro norteño. Llevo 1 hora y 8' de retraso respecto a los tiempos de David y según pinta la cosa, seguro que aumentará la diferencia porque no deja de llover y las sendas están igual o peor de transitables.
Pero con el día llega la luz y los paisajes impactantes y con ellos la alegría de correr. 
Que bien voy. Ni el dolor del cuádriceps, ni la dificultad de poder conseguir la marca apetecida, ni la lluvia, ni el barro. Nada puede con el indómito Antonio. !Aupa! Antonio, como nos dicen los voluntarios y espectadores.
Voy acercándome al Txindoki. por fin voy a poder subir el mítico monte. Mira que tenía ganas de coronarlo. Hago una subida bastante decente y paso por el collado muy bien. Más de 100 km y mucho barro, pero el cuerpo aguanta.
Ya en Lizarrusti , voy pensando en llegar a Etxegárate, sólo son 14 km pero, al final, se van a convertir en los peores km de la carrera. Es un continuo rompepiernas, de sube y baja y las bajadas son malas , pero malas, malas. Aunque la vegetación y su contemplación me da algún respiro.
Especial mención merece la última bajada que nos deja en Etxegárate. Hay pasos en los que me hundo en el barro y las hojas descompuestas hasta la rodilla. No puedo correr, intentando mirar donde ponemos el siguiente paso. Los peores 14 km de la carrera.
Y vamos a por el otro mítico monte: Aizkorri. Hago la subida de noche pero con una luna llena, que con su gran luminosidad permite que pueda apagar el frontal cuando voy por pista y de esta forma integrarme totalmente en el paisaje. 
 Tanto la subida al Aizkorri, como la bajada las hago muy a gusto. Sigo así hasta llegar a Oazurtza. A partir de este avituallamiento las cosas en mi cabeza empiezan a torcerse. Durante muchos km caigo en una repetitiva reflexión fruto de observar que en las subidas y en llano voy bien y puedo correr, si a lo que hago se le puede llamar correr. Pero en las bajadas no voy ni medio bien y pienso de forma obsesiva ¿cuál es la causa de que los cuádriceps sólo me duelan cuando bajo? Sólo a 3 km de meta consigo tener algo de lucidez y recordar que esa es la función del cuádriceps: trabajar en las bajadas. Esta maldita reflexión constituyó una auténtica fuente de desánimo, que acompañé de otra obsesiva idea totalmente desalentadora. Empezó a dominar en mi mente la absurda idea de que ningún corredor tenía que adelantarme y me provocó un agobio creciente. Madre mía que 20 km más desastrosos.
Y lo peor de todo es que tenía la sensación de que no avanzaba, dejé de mirar el gps para no saber lo poco que disminuía la distancia restante. 2 horas 15' para hacer los 10 km  hasta legar a Mutiloa. En Mutiloa, saliendo del polideportivo me llaman y me dicen que no he fichado. Menuda desgracia después de hacer toda la carrera que me descalifiquen por no fichar en el último control. Para pegarse un tiro.
Me quedan 10 km sencillos, casi todo por pista. Si los cojo en un entrene normal no me dan ni para 50' pero con el desgaste acumulado y la cabeza apardalada los hago en 2 horas 26'. Me voy parando a comer moras pero, siempre, con la idea obsesiva de que nadie me adelante. Que suplicio. Pero llegan los últimos km y la poca resistencia que me queda resurge de las cenizas y empiezo a correr y aumento el ritmo para hacer los 2 últimos km por las calles de Beasain lleno de emoción por ver que voy a poder con la Ehunmilak.
Ya en casa sacando la ropa de las bolsas puedo observar, con más detenimiento, los efectos de la amigable confraternización acaecida entre mi persona y el barro del Goierri.

A pesar del sufrimiento, o por ello, y de la dureza acrecentada por la climatología, no puedo dejar de recomendar esta ultra que me ha marcado muy positivamente. Los paisajes que pude ver me dejaron gratos recuerdos en la retina. En todo momento me sentí muy bien tratado y cuidado por toda la gente que me encontré en carrera. Incluso aparecían avituallamientos espontáneos, que agradecía porque me permitían tener una excusa para parar un rato. En fin, todo ha salido fenomenalmente bien. La acabé y con ella, creo que ya he hecho todas las carreras de 100 millas o más que se organizan en el país y Andorra. La del año que viene posiblemente sea en Francia pero no la UTMB sino l'Echappe belle. Ya se verá.