sábado, 13 de junio de 2015

Como ave Fénix.

Intentando recuperar el tiempo perdido, para las carreras de montaña, intentando retomarlas allá donde lo dejé (Infer trail, 28 de febrero) y aprovechando que el día se presentaba lluvioso y con buena temperatura, decidí que el renacimiento del ave Fénix (aunque por escaso tiempo antes de entregarme en manos del radiólogo) sería en el recorrido de esa carrera.
Toca madrugar para llegar a buena hora y tener un buen colchón de tiempo por los imprevistos que puedan surgir, especialmente la falta de resistencia del ave Fénix. 
Aparco en Fleix. paso por el lavadero
y, alegremente, me enfrento a la primera bajada de les Juvees, todita ella de escalones que no permiten hacer un paso homogeneo, pero como es bajada no importa.
Me veo tan bién que la siguiente subida la hago corriendo y llego a les Juvees d'enmig.
En este punto comienza la bajada al impresionante barranco del Infierno. paso por la fuente y me remojo. Aunque no hace calor, el esfuerzo me hace sudar y se agradece el agua fresca de la fuente.
Llego a la base del Riu Girona, lugar donde se inicia la bajada por el barranco del infierno y, como siempre que se está abajo en la montaña, lo que viene a continuación es otra subida para llevarme al pueblo de Benimaurell. En el trail de l'Infer los corredores ya llevaban 20 km. yo he hecho 10 y, me parece que, las fuerzas flaquean. Pero mira por donde empiezo a ver cerezos cargados de frutos que
me piden: cómeme y no puedo resistirme y me avituallo a conciencia. Tanto que ahora empiezo a tener dos problemas: no podía con el rabo, pues me cargo el estómago a tope.
Para más inri, salgo del pueblo y me enfrento a la última subida que me llevará al Cavall verd. El paisaje es magnífico. Suerte tengo porque es lo que me entretiene y me permite ir subiendo.
El tiempo acompaña, no hace calor e incluso arriba se nota la suave brisa del mar. Así que sigo por la cresta
intentando llegar al último pico que se ve en la foto de abajo: el Cavall verd.
Más mal que bien llego y cuando veo que ya solo me queda bajar recupero un poco de resuello hasta llegar al primer campo de cerezos y parar para un nuevo avituallamiento. Antes de llegar al pueblo realizo tres nuevos avituallamientos de cerezas en dos km, lo cual hace que quede con los depósitos de hidratos llenos. Una pena que las piernas no quieran saber nada más. Llego al coche y veo con sorpresa que lo había aparcado al lado de otro cerezo con unas cerezas rojas y gordas que me obligan a coger unas cuantas más.
Acabo los 22 km y 1200 m de desnivel positivo en cuatro horas. Veo que no ando muy fino pero estoy contento por el reencuentro con la montaña y lo que venga ya se verá.