viernes, 17 de octubre de 2014

La Tinença de Benifassà. 6/7-9-14

En mayo, gracias al buen hacer de los componentes del grupo senderista laSargantana disfrute de una ruta por la Tinença que me dejó enamorado de la zona y con ganas de recorrerla nuevamente.
Con esta idea en mente me propuse para septiembre hacer la ruta de els set pobles corriendo. Busco los tracks y decido que el fin de semana del 6 y 7 de septiembre será la fecha en la que lo corra. La idea original era hacerla de un tirón, pero ello suponía que tendría que correr algo por la noche y me apetecía verlo todo, todo, todo. Por lo tanto van a ser dos días de auténtico alucine.
Propongo la ruta a los amigos de la penya Himalaia y se apuntan Alfredo y Ximo.
El viernes 5 subimos al coche y llegamos a La pobla de Benifassà a hora de cenar en el magnífico albergue  La Font de lluny, regentado por Teresa, persona encantadora y amabilísima.
Nos deja preparado el desayuno porque la idea es estar en marcha a las 7 de la mañana. Plan que se cumple con auténtica puntualidad germana. Casa no extraña por otra parte ya que el team de la penya Himalaia no tiene miedo a los madrugares.
Por lo tanto, son las 7 y ya empezamos a subir alegremente camino de la cañada del Esqueche. Nos rodea una abundante niebla
que hace más entretenida la subida. Oímos los cencerros de las vacas que pastan y deseamos que sean eso, vacas y no toros salvajes con ganas genéticas de venganza. Cuando se despeja la niebla nos permite ver las primeras impresionantes impresiones de lo que va a ser una constante en todo el viaje: un sin parar de excitantes emociones para nuestros sentidos.
Llegamos a Ballestar con todas nuestras reservas enteras. 
El pueblo está muy cuidado. Para mi gusto demasiado y por eso pierde algo del encanto que, por otra parte, le sobra.
Salimos del pueblo y siguiendo el cauce del rio Sènia llegamos a la cola del pantano de Ulldecona y 
al Molí de l’abat donde nos espera el primer avituallamiento. Compramos unas cervecitas frescas y nos tragamos el bocadillo que nos ha preparado Teresa en el albergue.
Arrancar nos cuesta, pero vamos cogiendo el ritmo siguiendo el otro ramal del pantano y enfocándonos cara al portell de l’infern. 
Yo ya lo conocía de la excursión de mayo y voy hablando maravillas del lugar. A pesar de todo lo que les digo, los compañeros quedan anonadados ante tanta grandeza paisajística.
Sin habernos recuperado de los efectos de tanta belleza, enfocamos la bajada que nos llevará al sallt de Robert que resulta ser una bajada con una senda chula, chula, con mucho árbol y verdor. Es fácil de correr y disfrutamos con la bajada y con el entorno. Se nos están acabando los adjetivos calificativos y, hete aquí que de pronto nos topamos con el salt de Robert y ya decidimos no hablar y mirar y escuchar la caída suave de las múltiples gotas del escaso caudal del salt que conforman una fina capa con una apariencia de cierta irrealidad. Hacemos fotos a esgalla y nos metemos debajo de la cascada para refrescarnos.
Ximo se da cuenta que ha perdido una cantonera del bastón y me ofrezco a regresar para ver si la encuentro. Sólo tengo que retroceder medio km para dar con la pieza que al día siguiente volverá a perderse y no habrá forma humana de recuperarla. Motivo que Ximo aprovechó para cambiar y mejorar de bastones comprándose unos de carbono que estrenó para correr la Botamarges de Forna.
Tras este inciso volvemos al salt y a la subida, tan bonita como la bajada, que nos deja a los pies del 
bar de Fredes donde tenemos reservada mesa y menú. No faltan las cervezas que acompañan una buena y abundante comida. Tomamos el café y no hay ganas de empezar a caminar pero se nos echa 
el tiempo encima y tras recorrer la calle de arriba la de en medio y la de abajo salimos de Fredes en busca del GR 7 para ir acercándonos al punto más alto de la ruta: El Tossal dels tres Reis (1351 m.). 
Las referencias que tenemos nos dicen que es un mirador excepcional de toda la zona pero nos hemos de contentar con cortas miradas ya que el tiempo no acompaña. Fotos de rigor y a encarar la siguiente cresta, que sería la de mayor altura de toda la ruta: el Tossal de Encanade (1394 m.) pero esa distinción se la quedará el tossal dels tres Reis ya que no conseguimos dar con la subida al Encanade, a pesar de que lo intentamos enconadamente. Alfredo que no lo veía claro decidió, desde el principio, cortar por la tangente y seguir la pista que nos llevaba hacia el track que teníamos grabado. Ximo y yo intentamos por varias sendas subir al tossal pero al final desistimos porque el tiempo iba apremiando y no había forma de encontrar la subida.
Llegamos al Boixar ya con la noche entrada y con cierto resquemor por si en el albergue nos ponen alguna objeción por llegar tan tarde, cerca de las 9 de la noche. Pero resulta ser una falsa alarma y nos reciben con mucha amabilidad. Nos duchamos y cenamos limpitos y bastante cansados. Con una poca de tertulia, muy poca, nos vamos a la cama y yo me quedo dormido inmediatamente.
Domingo, segundo día de la ruta. Creemos que será más ligera que la del día anterior y nos
levantamos más tarde. Salimos del refugio a las 8 de la mañana tras zamparnos un opíparo refrigerio. Enfilamos  camino de Coratxà. Las sendas siguen siendo preciosas y fáciles de correr, sobre todo porque son cuesta abajo. Llegamos a Coratxà y, 
aquí, empieza la parte más fea del recorrido, con mucha pista y poca vegetación. Hasta que llegamos a la ermita de Sant Cristofol, donde giramos a la izquierda para hacer una fuerte bajada que nos deja en el fondo del barranc Fondo, hondo, precioso y frondoso, aunque escaso de agua.
La subida hasta Castell de Cabres es dura pero muy bonita. En el pueblo hay bar pero decidimos no parar ya que nos han hablado del carácter veleta de los propietarios que pueden ser unos perfectos anfitriones si tienen el día o menos si les molestas en algo. Parece ser que trabajan porque quieren no porque lo necesiten y por lo tanto aguantan lo que les viene en gana y lo que no pues no.
Los 10 kms siguientes son bastantes suaves hasta llegar a la Creu, lugar en el que hemos de decidir si ir por la izquierda o seguir recto. Esta decisión supone hacer unos 10 kms menos y más suaves. Alfredo decide hacer la ruta simplificada aunque al final le va a salir larga también por un descuido y no mirar el GPS. Ximo y yo decidimos seguir por la ruta larga para bajar por el barranco de la Borja, antepenúltima sorpresa de la ruta, con una tartera impresionante como un circo glaciar. La bajada es 
técnica pero se hace y el barranco después del descenso es fastuoso. Pero las fuerzas nos van abandonando y se nos presenta ante nosotros la subida hasta Bel que se nos atraganta de forma espectacular. Vienen a ser 3 kms con un desnivel de 500 m. que a estas alturas nos parecen excesivos. Tenemos que parar cada 100 m. y los resoplidos deben oírse desde Bel.
Casi llegando a Bel conseguimos cobertura y llamamos al albergue para decir que no llegaremos a comer a buena hora ya que son casi las 4 de la tarde y nos faltan 7 km aunque sean los más fáciles de la ruta.
Estamos tan cansados que tenemos la idea de hacer que venga Alfredo a por nosotros en coche, pero tiene que dar un rodeo tan grande que llegamos nosotros antes aunque sea a rastras.
En Bel hay un bar “la font de l’os” y estamos tan cansados que entramos en él como ánima en pena buscando el frescor de un botellín de cerveza. Al final serán tres. Entablamos conversación con el dueño y nos comenta que nos ve muy bien para lo que está acostumbrado a ver pasar por el bar. Nos anima enormemente esta noticia y cuando salimos del bar empezamos a trotar suavemente hasta llegar a los últimos kms de bajada donde aumentamos el ritmo de forma frenética, quizá ansiando ya la comida que la paciente Teresa nos tiene guardada. Son las seis de la tarde cuando nos ponemos a comer una lasaña de verduras que nos sabe a gloria bendita y carne torrada para rematar la faena.

Nos despedimos de la Tinença pero sabemos que será un hasta pronto ya que nos ha cautivado con su derrochadora belleza y durante el viaje ya panificamos si volver en otoño para ver la fageda. Ya se verá.